A lo largo del año, nuestra vida fluye como un río. Nos movemos, nos transformamos, nos expandimos. Cada experiencia, cada desafío, y cada momento de alegría es una gota en este cauce, moldeando nuestra esencia y nuestro camino. Y ahora, aquí estamos, en diciembre, ese instante mágico donde el río parece detenerse un poco, invitándonos a mirar hacia atrás y a reflexionar.
El cierre de un ciclo es más que un simple cambio de números en el calendario. Es un ritual sutil, pero poderoso, que nuestras almas conocen bien. Los antiguos textos del yoga, como los Yoga Sutras de Patanjali, nos recuerdan la importancia de la svadhyaya (autoestudio) y el vairagya (desapego). Reflexionar sobre el año que dejamos atrás es una forma de practicar svadhyaya: observarnos sin juicio, con una mirada amorosa, reconociendo lo que hemos aprendido y lo que ya no nos sirve. Al mismo tiempo, el vairagya nos enseña a soltar esas cargas emocionales, hábitos o patrones que pesan demasiado en nuestra mochila espiritual.
Haciendo espacio para lo nuevo
¿Te has dado cuenta de que el universo siempre está en movimiento? Así como el aire entra y sale de nuestros pulmones en cada respiración, también nuestras vidas necesitan este flujo. Para recibir lo nuevo, primero debemos dejar ir lo viejo. En términos prácticos, esto puede significar limpiar nuestra casa, cerrar ciclos emocionales o escribir esas cartas que nunca enviamos. En términos energéticos, significa liberar lo que nos limita: el miedo, la culpa, la frustración.
Los yoguis modernos podemos encontrar inspiración en prácticas simples pero profundas, como la meditación de cierre del día. Dedica unos minutos cada noche a reflexionar sobre tus acciones, palabras y pensamientos. ¿Qué aprendiste hoy? ¿Qué podrías soltar antes de dormir? Diciembre es como una gran noche, donde miramos el «hoy» de un año entero.
Estableciendo la intención
En el yoga, hablamos de la sankalpa, una intención clara y alineada con nuestro propósito más elevado. No se trata de hacer una lista interminable de metas, sino de conectar con esa esencia profunda que nos guía. ¿Qué energía quieres invitar a tu vida en el próximo ciclo? Tal vez sea la paz, el amor, la abundancia, o simplemente el espacio para descubrir quién eres realmente.
La práctica de establecer una sankalpa puede ser tan sencilla como sentarte en tu esterilla, cerrar los ojos y respirar profundamente. Deja que el silencio te guíe hacia esa verdad que ya vive dentro de ti. Y recuerda, como dijo el maestro Krishnamurti, «la verdad es un país sin caminos». Tu intención no necesita parecerse a la de nadie más.
Un ritual de cierre
Aquí te dejo un pequeño ritual para abrazar este momento de transición. Hazlo tuyo, adapta lo que necesites y siente el poder de conectar contigo mismo/a:
- Prepara el espacio: Enciende una vela, pon música suave o simplemente busca un lugar donde te sientas en paz.
- Escribe tu año: Toma un papel y anota los momentos más significativos del año. ¿Qué logros celebras? ¿Qué desafíos enfrentaste? ¿Qué aprendizajes surgieron?
- Suéltalo: En otra hoja, escribe todo aquello que estás listo/a para dejar ir. Pueden ser emociones, patrones o situaciones. Si te sientes llamado/a, quema esta hoja de manera segura, dejando que el fuego simbolice la transformación.
- Declara tu intención: Cierra con un par de minutos de silencio, sintiendo tu sankalpa emerger. Si lo deseas, anótala y colócala en un lugar especial para recordarla en el próximo año.
Abrazar lo que viene
El cierre de un año no es el fin, es el prólogo de lo que está por venir. Al soltar lo que ya no necesitamos y establecer una intención clara, preparamos el terreno para que nuestras vidas florezcan. Tal como los yoguis buscamos el equilibrio entre esfuerzo y rendición en cada asana, en este ritual de cierre y reflexión equilibramos la gratitud por lo vivido y la apertura hacia lo nuevo.
Diciembre nos invita a recapitular, a liberar y a renacer. ¿Te atreves a hacerlo con una mente y un corazón ligeros? Tú, yogui moderno, estás creando tu historia un respiro a la vez.✨